El otro día me encontré en la red con este artículo que comparto, comenta con qué facilidad se mantienen relaciones sexuales en el trabajo y que además es bueno para fomentar la armonía en el equipo.
¿Os imaginaís la entrevista? Bien, en esta empresa el periodo de prueba se basa en pasar un fin de semana en la sierra, con todo el equipo para comprobar si usted se adapta al mismo o no, venga sin prejuicios, mente abierta, dos casas de preservativos y lubricante. Es una opción, no lo critico, ahora, ¿en horas de trabajo mejora la productivad? Imaginemos un servicio de emergencias nocturno un call center en el que sólo haya dos teleoperadores para atender y esten "compenetrandose" ¿dónde mandamos la ambulancia?......
Por cierto, es motivo de despido
martes, 20 de agosto de 2013
No te ahogues en un vaso de agua, aprende a nadar
PARA ESOS DIAS EN QUE DECIMOS NO PUEDO MAS. Siento que nuestra sociedad ha perdido virtudes y valores básicos como, perseverancia, paciencia, amabilidad y ESPIRITU DE SACRIFIO. Queremos y exigimos sin darnos cuenta que la naturaleza es ciclica, que todo lleva su tiempo, y que de nuestro trabajo de hoy, de nuestra RESILENCIA, dependa nuestra vida, la inmediatez, superficialidad y rapidez en que vivimos nos hace autómatas vanos, llenos de derechos pero sin deberes. ASUMAMOS NUESTRA RESPONSABILIDAD, ¿QUEREMOS ALGO? ¿QUE ESTAMOS DISPUESTOS A SACRIFICAR? FUERA YA EL VICTIMISMO!
Había una vez dos puertas en la misma casa. Una era una bella puerta de salón, mientras que la otra era una puerta de baño del montón, pero en lo que coincidían ambas era en que llevaban una vida de perros. La casa estaba llena de niños traviesos y descuidados que no dejaban de arrearles portazos y golpes día tras día.
Cada noche, cuando todos dormían, las puertas comentaban su mala fortuna, pero mientras la puerta de salón se mostraba siempre harta y a punto de explotar, la puerta de baño la tranquilizaba diciendo:
- No te preocupes, es normal; son niños y ya aprenderán; aguanta un poco y verás cómo todo cambiará a mejor.
Y la puerta de salón se calmaba por algún tiempo. Pero un día, tras una gran fiesta en la casa llena de golpes y portazos, explotó diciendo:
"Ya está bien. No aguanto más. Al próximo portazo que me den, me rompo y se van a enterar de lo que es bueno.
No hizo caso de las palabras de la otra puerta, y cuando al día siguiente recibió su primer golpe, la puerta del sálón se rompió. Aquello causó un gran revuelo y preocupación en la casa, y los niños fueron advertidos para tener más cuidado, lo que llenó de satisfacción a la puerta, que saboreaba su venganza.
Pero pasados los primeros días de problemas, los dueños de la casa se hartaron de la incomodidad de tener una puerta rota. Sin embargo, en lugar de arreglarla, decidieron cambiarla, así que sacaron de su sitio la antigua puerta y sin ningún miramiento la abandonaron junto a la basura.
Entonces la bella puerta de salón se lamentó de lo que había hecho, pues por no haber aguantado un poco más, ahora se veía esperando a ser convertida en serrín, mientras que su amiga, la vulgar puerta de baño, seguía en su sitio y además era tratada con más cuidado...
Afortunadamente, la puerta de salón no acabó hecha serrín, porque un hombre muy pobre la descubrió junto a la basura y aunque rota, le pareció la mejor puerta que podía encontrar para su pobre casa; y la puerta fue feliz de tener otra oportunidad y volver a hacer de puerta, y de aceptar con agrado las incomodidades de un trabajo tan duro y tan digno como es ser una puerta.
Humildad. No necesidad de notoriedad
Llega
una edad en que sin saber porqué nos volvemos invisibles, en mi caso la
edad comenzó con mi nacimiento, creo que siempre he sido como el agua
transparente, y por eso no pueden verme, al igual que el agua las
emociones son parte vital de mi alma, aguas a veces turbulentas, otras
calmadas que me hacen vivir en movimiento y moverme por simpatía o
rechazo, el echo de ser invisible me da muchas ventajas,
a diferencia de las personas que necesitan estar en foco, tengo la
cualidad de aparecer y desaparecer, con lo cual, a mi manera son libre,
llegado a este punto creo que no me convertiré nunca en una estrella que
tenga la obligación de brillar todos los días en el mismo punto del
firmamente para ser admirada por su radiante luz, no, prefiero ser un
cometa, una estrella fugaz, que para ser vista y detectada necesite la
mirada de alguién muy especial, atento al firmamento del universo,
dejando en el etéreo ambiente una suave estela, casi polvo, que para ser
vista necesite paciencia, y atención, definitivamente, el mundo ya está
lleno de estrellas que se agolpan en el firmamento colapsando el
universo de luz, aspiro a ser una estrella fugaz, leve, temporal,
cambiante, y tenue, como la vida misma, una estrella fugaz que sólo
puede ser vista por un observador cuyos ojos miren a través del alma.
Una reflexión sobre la Humildad
Una reflexión sobre la Humildad
Actitud proactiva. Amabilidad
Persona amable y proactiva:
En el juego de la vida tu actitud te define y para mi la proactividad
es una actitud vital fundamental a la hora de ejercer el liderazgo
personal y por tanto clave a la hora de alcanzar el éxito en nuestra
vida. La proactividad es una actitud en la que la persona asume el pleno control de su conducta vital de modo activo.
De esta forma, toma la iniciativa en el desarrollo de acciones
creativas para mejorar su vida. La proactividad no implica sólo tomar la
iniciativa, también supone asumir la responsabilidad de hacer que las
cosas sucedan, decidiendo a cada momento qué hacer y cómo hacerlo.
La responsabilidad es la
capacidad de elegir libremente nuestra respuesta y reconocer que somos
la fuente de todo lo que nos sucede en la vida. No podemos responsabilizarnos de absolutamente todo lo que nos pasa, porque hay cosas que no podemos evitar, pero de lo que somos 100% libres es de elegir la respuesta que queremos dar en cada situación. Si postergamos esperando que un evento externo ocurra y desemboque en el inicio de la acción, damos poder a lo externo.
Dos personas que trabajan en un mismo
entorno laboral, con responsabilidades idénticas y bajo las mismas
circunstancias, pueden realizar su trabajo de maneras muy distintas. Una
cuestiona la manera habitual de trabajar si no obtiene los resultados
deseados, emprende constantemente nuevas acciones y genera cambios
constructivos en su entorno. La otra se conforma con su situación actual
y no hace nada para cambiar lo que no funciona o se queja
constantemente de su situación o suerte. La primera persona se comporta
de forma proactiva, la segunda, lo hace de forma reactiva.
Y esta actitud que subyace en el trabajo
es igual en otros ámbitos de la vida. Desde mi convencimiento somos
responsables de gestionar nuestras propias vidas y no podemos quedarnos
sentados esperando que alguien venga a rescatarnos o a ofrecernos lo que
deseamos de nuestras vidas. No es práctico quedarse anclado en la queja si lo que deseamos es cambiar nuestra situación actual. No nos engañemos atribuyendo la responsabilidad de nuestros problemas únicamente a causas externas o a la presión del entorno.
La persona proactiva no espera a
que los demás tomen decisiones por ella, actúa con determinación
anticipándose a los problemas y crea constantemente nuevas
oportunidades. Tenemos la responsabilidad de escoger nuestras
propias respuestas ante lo que nos ocurre y de dirigir la acción de una
manera inteligente. Para tener éxito es preciso tener iniciativa y saber
hacer frente a la incertidumbre.
Por ejemplo, ante la pérdida de empleo
hay personas que caen en la depresión, en cambio, otras aprovechan
para buscar opciones como por ejemplo montar un negocio propio y
triunfar.
En la vida aparecen dificultades
periódicamente. El problema no es que las dificultades aparezcan sino
que las mismas tengan el poder de detener nuestro progreso. Las personas
que se sienten paralizadas y estancadas, viven su vida como si fueran
“víctimas” de todo lo que les pasa. Hacernos víctimas es la mejor manera
de hacer que nuestros problemas y dificultades se hagan permanentes.
A primera vista, la posición de victima
es atractiva ya que dado que somos inocentes, no se nos puede culpar.
Pensamos que circunstancias fuera de nuestro control nos llevaron a
estas situaciones. Pero si somos completamente inocentes, y no parte del
“problema”, ¿cuándo conseguiremos lo que queremos? Como dice Freddy
Kofman es su genial conferencia de sobre este tema y que te invito a escuchar “Si no somos parte del problema no podemos ser parte de la solución. Y por tanto no tenemos poder para influir en los resultados“
El modo en el que nos enfrentamos a las dificultades es lo que marca la diferencia.
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