domingo, 22 de septiembre de 2013
Amor "real"
Una de las mejores experiencias que podemos tener como adultos es amar y ser amados, y tipos de amor hay muchos, quizás el más importante, porque es el que más cosas descubre de nosotros sea el amor de pareja. ¿Realmente es tan difícil como parece que una pareja crezca junta con el paso del tiempo? Quizás depende de nosotr@s mismos, de nuestra forma de ser y amar, de nuestro ego, de nuestros miedos de nuestra madurez o inmadurez, ¿quién sabe? Me maravilla ver personas de más de sesenta años que aún caminan cogidas de la mano y conversando pues creo que la comunicación es vital en el amor, y cuando veo que las parejas hablan distendidas y extendidas, pienso, !mira como se quieren! y a mi vena romántica le sale una cómplice sonrisa. En este mundo tan rápido en que todo anda a la velocidad del trueno, es dificil ver a las parejas felices durante el tiempo, no se supera la cotidianidad de la vida, muchas personas cuando se rompe el enamoramiento tiran la relación creyendo que se ha roto, igual es así para ellos, y en mi opinión, la diferencia está en las raices, como en los árboles, una relación buena, suele comenzar con una fuerte y sólida amistad, en la que ya hemos creado esa parte esencial de las relaciones humanas de calidad y no el fast food, la confianza, se ha creado la complicidad, el cariño, el divertirse juntos, compartir, y como el roce hace el cariño, un día tu amig@ empieza a ser visto de otra manera, con lo cual, como la cocina, un buen fuego, un fuego duradero, es lento, lo demás fuegos artificiales y mascletá, que nos dejaran un regusto agrio, no estoy hablando de un amor para toda la vida, aunque ¿porque no? sino de una relación con compromiso, el bienestar del otro, junto a nuestro propio bienestar, la entropia y complicidad que suele generar, el tiempo, los valores comunes, la dirección conjunta, la flexibilidad y el sentido del humor. Ahora bien, si sólo uno ha arriegado, apostado, aportado, y dado y no ha recibido, el desequilibrio rompe la relación. Me hace gracia las personas que desde el primer momento te dicen, me encanta como eres y después te dejan por la misma razón, quizás el error fue descorrer los cerrojos del alma con demasiada velocidad, ¿confiar?, si por supuesto, a la vez que nos den confianza, porque una vez perdida, al menos en mi caso, no se recupera. A veces nos quedamos con el regusto agrio de la culpabilidad, ¿tan importantes nos creemos como para asumir la plena responsabilidad de una relación nosotros solos? Pues no, es cosa de dos, de ahí que los límites y las parcelas se pongan desde un principio y sea necesaria la correpondencia, desde la forma de ser de cada uno, con lo cual desde mi punto de vista, aspiro a un amor pleno y adulto, no a una ilusión, por muy bonita que sea, que me deje el sabor de la hiel en los labios
Aceptación, dificil y necesaria lección de vida
A tod@s los seres humanos nos gusta sentirnos aceptados y respetados por ser quienes somos, sobretodo por las personas que queremos y que nos quieren, ahora bien, para que otro ser humano nos acepte, antes, tenemos que aceptarnos nosotr@s y esto cuesta trabajo, por una parte nuestro inconsciente y por otra parte el contexto social en que vivimos que nos empuja al perfeccionismo exacerbado y a la insensatez de vivir hacia fuera y no hacia dentro, simplemente por la necesidad de aprobación. Quizás sea más importante y más humano reconocer que tenemos luces y sombras y que precisamente esas, nos humanizan, y mucho, y esas mismas luces y sombras son las que tienen los demás, de ahí que reconociendo las nuestras podamos aceptar mejor las de los demás. ¿Aceptamos realmente a una persona cuando no la dejamos expresarse en libertad? ¿Cuando no nos gustan sus opiniones y las vivimos como algo personal? ¿cuando anteponemos nuestro ego a la empatía de comprender cómo se siente? ¿cuando no somos capaces de ver su falta de amor y el dolor en las quejas que a veces injustamente recibimos? ¿cuando le decimos tienes que... eres tal...deberias....? La respuesta es NO
Al aceptar incondicionalmente a los demás, les ayudamos a que se quiten sus máscaras y que se encuentren a gusto tal y como son. La seguridad de ser aceptados les da la libertad de ser ellos mismos y les permite llegar a conocerse fácilmente y también a aceptarse a sí mismos.
Sólo nos podemos sentir cómodos cuando nos adaptamos a nuevas situaciones y a diferentes maneras de hacer las cosas si somos alegres y permanecemos tranquilos. A menudo nos resistimos a las nuevas ideas de los demás o a las circunstancias cambiantes debido a que tenemos celos, desconfianza o resentimiento. Si alejamos esta negatividad, empezamos a ver con una visión positiva y podemos incluir nuevas perspectivas en la vida, con un sentido de franqueza y aventura.
A medida que crece nuestra fuerza espiritual, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados. Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas. Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar y aceptar con calma todo lo que ella me depare.
Alentar mi optimismo es el mejor modo de conservar la alegría. Para lograrlo puedo empezar el día meditando sobre cómo derramar luz y amor en las situaciones que se me presentarán a lo largo del día. Si luego me mantengo en contacto con el espíritu de Dios y con su benévola mirada, la felicidad interior que me embargará me ayudará a afrontar y aceptar cualquier situación sin sentirme agobiado.
Estás
recibiendo las "Reflexiones Espirituales" porque en algún momento te
has suscrito a
http://www.brahmakumaris.org/spain
Aceptación
Al aceptar incondicionalmente a los demás, les ayudamos a que se quiten sus máscaras y que se encuentren a gusto tal y como son. La seguridad de ser aceptados les da la libertad de ser ellos mismos y les permite llegar a conocerse fácilmente y también a aceptarse a sí mismos.
Sólo nos podemos sentir cómodos cuando nos adaptamos a nuevas situaciones y a diferentes maneras de hacer las cosas si somos alegres y permanecemos tranquilos. A menudo nos resistimos a las nuevas ideas de los demás o a las circunstancias cambiantes debido a que tenemos celos, desconfianza o resentimiento. Si alejamos esta negatividad, empezamos a ver con una visión positiva y podemos incluir nuevas perspectivas en la vida, con un sentido de franqueza y aventura.
A medida que crece nuestra fuerza espiritual, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados. Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas. Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar y aceptar con calma todo lo que ella me depare.
Alentar mi optimismo es el mejor modo de conservar la alegría. Para lograrlo puedo empezar el día meditando sobre cómo derramar luz y amor en las situaciones que se me presentarán a lo largo del día. Si luego me mantengo en contacto con el espíritu de Dios y con su benévola mirada, la felicidad interior que me embargará me ayudará a afrontar y aceptar cualquier situación sin sentirme agobiado.
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