Llega
una edad en que sin saber porqué nos volvemos invisibles, en mi caso la
edad comenzó con mi nacimiento, creo que siempre he sido como el agua
transparente, y por eso no pueden verme, al igual que el agua las
emociones son parte vital de mi alma, aguas a veces turbulentas, otras
calmadas que me hacen vivir en movimiento y moverme por simpatía o
rechazo, el echo de ser invisible me da muchas ventajas,
a diferencia de las personas que necesitan estar en foco, tengo la
cualidad de aparecer y desaparecer, con lo cual, a mi manera son libre,
llegado a este punto creo que no me convertiré nunca en una estrella que
tenga la obligación de brillar todos los días en el mismo punto del
firmamente para ser admirada por su radiante luz, no, prefiero ser un
cometa, una estrella fugaz, que para ser vista y detectada necesite la
mirada de alguién muy especial, atento al firmamento del universo,
dejando en el etéreo ambiente una suave estela, casi polvo, que para ser
vista necesite paciencia, y atención, definitivamente, el mundo ya está
lleno de estrellas que se agolpan en el firmamento colapsando el
universo de luz, aspiro a ser una estrella fugaz, leve, temporal,
cambiante, y tenue, como la vida misma, una estrella fugaz que sólo
puede ser vista por un observador cuyos ojos miren a través del alma.
Una reflexión sobre la Humildad
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