Quién no entiende una mirada, no entenderá una larga explicación. No sé si realmente los ojos son el espejo del alma, sé que hay miradas en las que me pierdo por su profundidad y porque me presentan un desafío que mi curiosa mente empieza a pensar ¿que significa?, miradas dulces como los pasteles en las que floto como si nadará en el agua transparente de los ojos, miradas que son chispas de alegría y felicidad, miradas que lo dicen todo, sin decir nada, las miradas cómplices del amig@, del familiar muy cercano, donde la entropia ya es tal que no hay necesidad de palabras, miradas huidizas, que no se detienen, que esconden mucho, y tienen miedo a ser descubiertas, miradas sucias que hieren como hiere la maldad cuando uno la enfrenta cara a cara, y miradas que encienden un volcán, al desnudar y necesitar ser desnudado a la vez, asomarse a los ojos de alguién es entrar en contacto con un ser humano distinto, es muy difícil que unos ojos nos mientan, si nos miran de frente, y hay miradas tan intensas que penetran y se clavan, sino puedes aguantar una mirada de un minuto con tu pareja, amiga, etc, preguntate el porqué, quizas no tengaís tanta confianza como supones...La más hermosa es esa que viene directamente del alma, limpia, transparente, serena, como la de un niño o la de esos seres extraordinariamente transparentes con los que a veces nos encontramos. Mirando desde el alma...
Mario Benedetti
Las primeras miradas
Nadie sabe en qué noche de octubre solitario,
de fatigados duendes que ya no ocurren,
puede inmolarse la perdida infancia
junto a recuerdos que se están haciendo.
Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,
escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,
en el pecho, en los muslos impacientes
sentir cómo los labios se desprenden
de verbos maravillosos y descuidados,
de cifras defendidas en el aire muerto,
y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas
y desde ya cansadas se conjuran
para impedirnos el único fantasma de veras.
Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,
un sitio donde asir la larga soledad
con los primeros ojos, sin gastar
las primeras miradas,
y si quedan maltrechas de significados,
de cáscara de ideales, de puresas inmundas,
cómo encontrar un río con los primeros pasos,
un río -para lavarlos- que las lleve.
de fatigados duendes que ya no ocurren,
puede inmolarse la perdida infancia
junto a recuerdos que se están haciendo.
Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,
escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,
en el pecho, en los muslos impacientes
sentir cómo los labios se desprenden
de verbos maravillosos y descuidados,
de cifras defendidas en el aire muerto,
y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas
y desde ya cansadas se conjuran
para impedirnos el único fantasma de veras.
Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,
un sitio donde asir la larga soledad
con los primeros ojos, sin gastar
las primeras miradas,
y si quedan maltrechas de significados,
de cáscara de ideales, de puresas inmundas,
cómo encontrar un río con los primeros pasos,
un río -para lavarlos- que las lleve.