"Esto también pasará", eso y hacer una lista de cosas buenas que tenemos, que nos están pasando ahora e instalarnos en el presente, que a fin de cuentas es el único tiempo que existe. Aprendamos estas sencillas cosas del pensamiento positivo y recordemos siempre que es más fácil quedarse en el suelo que levantarse, esa es la grandeza del optimismo, no se rinde. No lo hagamos pues nosotros, además si adoptamos una posición de gratitud ante la vida y las personas que nos rodean, seguramente, todo en nuestra vida empiece a fluir de otra manera, pues la actitud depende de nosotros. Aprender a pensar en positivo". Os dejo un cuento muy bonito: La increible lluvia negra:
Gustavo
Gruñetas nunca esta contento con nada. Tenía muchos amigos y unos papás
que le querían con locura, pero él sólo se fijaba en lo que no tenía o
lo que estaba mal. Si le regalaban un coche, era demasiado grande o
demasiado lento; si vistaba el zoo, volvía triste porque no le habían
dejado dar de comer a los leones, y si jugaba al fútbol con sus amigos,
protestaba porque eran muchos para un solo balón...
Pero no contaba Gustavo con Jocosilla, la nube bromista. Un día que paseaba por allí cerca, la nube escuchó las protestas de Gustavo, y corrió a verle. Y según llegó y se puso sobre su cabeza, comenzó a descargar una espesa lluvia negra. Era su broma favorita para los niños gruñones.
A Gustavo aquello no le gustó nada, y protestó aún mucho más. Y se enfadó incluso más cuando vio que daba igual a dónde fuera, porque la nube y su lluvia negra le perseguían. Y así estuvo casi una semana, sin poder escapar de la nube, y cada vez más enfadado.
Gustavo tenía una amiguita, una niña alegre y bondadosa llamada Alegrita, que fue la única que quiso acompañarle aquellos días, porque los demás se apartaban por miedo a mojarse y acabar totalmente negros. Y un día que Gustavo estaba ya cansado de la nube, le dijo:
- ¿Por qué no te animas? Deberías darte cuenta de que eres el único niño que tiene una nube para él, ¡y encima llueve agua negra! Podríamos jugar a hacer cosas divertidas con la nube, ¿no te parece?
Como Alegrita era su única compañía, y no quería que se fuera, Gustavo aceptó de muy mala gana. Alegrita le llevó hasta la piscina, y allí le dejó hasta que toda el agua se volvió negra. Entonces fueron a buscar otros niños, y aprovechando que con el agua negra no se veía nada ¡estuvieron jugando al escondite! Aún a regañadientes, Gustavo tuvo que reconocer que había sido muy divertido, pero más divertido aún fue jugar a mojar gatos: Gustavo corría junto a ellos, y en cuanto sentían el agua, daban unos saltos increíbles y huían de allí a todo correr haciendo gestos divertidísimos. En muy poco tiempo, todos los niños del pueblo estaban con Gustavo proponiendo e inventando nuevos juegos para la nube. Y por primera vez, Gustavo empezó a ver el lado bueno de las cosas, incluso de las que al principio parecían del todo malas.
Entonces la nube Jocosilla pensó en despedirse e ir con otros niños, pero antes de abandonar a Gustavo, le regaló dos días enteros de lluvias de colores, con las que inventaros los juegos más brillantes y divertidos. Y cuando desapareció, Gustavo ya no protestó; esta vez sabía fijarse en las cosas buenas, y se alegró mucho porque por fin estaba seco y podía volver a jugar a muchas cosas.
Pero no contaba Gustavo con Jocosilla, la nube bromista. Un día que paseaba por allí cerca, la nube escuchó las protestas de Gustavo, y corrió a verle. Y según llegó y se puso sobre su cabeza, comenzó a descargar una espesa lluvia negra. Era su broma favorita para los niños gruñones.
A Gustavo aquello no le gustó nada, y protestó aún mucho más. Y se enfadó incluso más cuando vio que daba igual a dónde fuera, porque la nube y su lluvia negra le perseguían. Y así estuvo casi una semana, sin poder escapar de la nube, y cada vez más enfadado.
Gustavo tenía una amiguita, una niña alegre y bondadosa llamada Alegrita, que fue la única que quiso acompañarle aquellos días, porque los demás se apartaban por miedo a mojarse y acabar totalmente negros. Y un día que Gustavo estaba ya cansado de la nube, le dijo:
- ¿Por qué no te animas? Deberías darte cuenta de que eres el único niño que tiene una nube para él, ¡y encima llueve agua negra! Podríamos jugar a hacer cosas divertidas con la nube, ¿no te parece?
Como Alegrita era su única compañía, y no quería que se fuera, Gustavo aceptó de muy mala gana. Alegrita le llevó hasta la piscina, y allí le dejó hasta que toda el agua se volvió negra. Entonces fueron a buscar otros niños, y aprovechando que con el agua negra no se veía nada ¡estuvieron jugando al escondite! Aún a regañadientes, Gustavo tuvo que reconocer que había sido muy divertido, pero más divertido aún fue jugar a mojar gatos: Gustavo corría junto a ellos, y en cuanto sentían el agua, daban unos saltos increíbles y huían de allí a todo correr haciendo gestos divertidísimos. En muy poco tiempo, todos los niños del pueblo estaban con Gustavo proponiendo e inventando nuevos juegos para la nube. Y por primera vez, Gustavo empezó a ver el lado bueno de las cosas, incluso de las que al principio parecían del todo malas.
Entonces la nube Jocosilla pensó en despedirse e ir con otros niños, pero antes de abandonar a Gustavo, le regaló dos días enteros de lluvias de colores, con las que inventaros los juegos más brillantes y divertidos. Y cuando desapareció, Gustavo ya no protestó; esta vez sabía fijarse en las cosas buenas, y se alegró mucho porque por fin estaba seco y podía volver a jugar a muchas cosas.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
Nunca es tarde para adoptar una visión más amable de nosotros mismos y del mundo que nos rodea porque hasta un 75% del optimismo de la persona depende de la actitud que tome. Si aprendemos a reprogramar nuestra mente, el más poderoso control de mandos de nuestra vida, conseguiremos pensar en positivo. Os dejamos algunas pautas para conseguirlo:
1. Implícate:
Invertir toda tu energía perseguir tus objetivos te ayudará a situarte la senda del éxito. Como dice la psicóloga Susan C. Vaugham: "El optimismo es como una profecía que se cumple por sí misma porque las personas optimistas presagian qué conseguirán o qué desean y la gente responde bien a su entusiasmo".
2. Sé insistente:
"Si no lo puedo hacer así buscaré otra forma de conseguirlo". Esta afirmación refleja uno de los aspectos en los que las personas que encaran la vida con positivismo sacan gran ventaja al resto: su capacidad para buscar alternativas o, lo que es lo mismo, para perseverar en el intento.
3. La fuerza está en ti:
Convierte el descontento por alguna situación que no te guste en el motor que impulse todos tus actos. "Las personas positivas confían en su poder para superar las barreras que se interponen en su camino". (Luis Rojas Marcos)
4. No más excusas:
Los lamentos actúan como cadenas que limitan sus movimientos. No debemos creer todo lo que pensamos, sólo con cuestionar los pensamientos negativos que circulan por nuestra mente conseguiremos verlo todo desde un punto de vista más favorable.
5. Espera siempre lo mejor:
Las personas positivas poseen una visión de la realidad que les permite tener ilusiones y entusiasmo y fuerza."Apostar por la esperanza ante la incertidumbre es tan natural en nuestra especie como caminar sobre dos patas". (Lionel Tiger, antropólogo)
6. Valora los detalles y los pequeños gestos:
En opinión de los expertos ser capaz de apreciar las pequeñas satisfacciones del día a día puede ayudarnos a ver el mundo con mejores ojos. Empieza desde hoy mismo a valorar cualquier recompensa que te de la vida: recibir un cumplido de una persona por la que sentimos una gran estima, escuchar una canción que trae buenos recuerdos, provocar la risa de nuestros amigos...
7. Aprecia las conquistas:
Las personas optimistas suelen atribuir sus éxitos a su propia competencia. Aunque la suerte y la ayuda de los demás haya sido de vital importancia, valora tus virtudes con orgullo y se el primero felicitarte.
Cuando tu la sonriés, la vida te devuelve esa sonrisa.
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