A mi modo de ver, resulta mucho más saludable emocionalmente mantener una actitud positiva. Si bien es bueno como norma general, la auténtica importancia de una buena actitud frente al mundo recae en que esta te permite afrontar mejor los malos momentos. Es mucho más sencillo superar una situación comprometida cuando piensas que vas a ser capaz de superarla que cuando decides desde un principio que no hay nada que puedas hacer para mejorar la situación, o en su defecto, para aceptar lo que suceda.
Por supuesto, no siempre se podrá mantener una actitud segura o positiva. Hay ocasiones en las que todos nos sentimos vulnerables, en las que nos rendimos por estar cansados de pelear o nos vemos abrumados y superados por la situación. Somos humanos, y en nuestras vidas hay ocasiones en las cosas que lo que sucede es superior a nuestra voluntad. Hay ocasiones en las que la gente necesita dejarse caer y pasar por su momento de duelo.
La importancia de nuestra actitud recae en el día a día. Todos podemos tener un mal día, pero sin que eso se convierta en una costumbre. Lo que importa, lo que realmente importa, es cómo decidimos ver e interactuar con el mundo que nos rodea. Si decides que eres tú quien tiene la última palabra en si tu mundo es triste, o es un mundo con pizcas de colores aunque el panorama general sea gris. Lo que importa, es el día a día. Conseguir ver las cosas con una actitud positiva aunque sea ligeramente.
Lo bueno de la actitud, es que puede cambiarse una vez que descubres que hay más de una manera de afrontar las cosas. Es un proceso, largo o corto según cada persona, pero lo importante es que puede cambiarse, si uno lo desea.
CUENTO SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA ACTITUD POSITIVA
En
una pequeña ciudad hubo una vez cuento vacío. Tenía un aspecto
excelente, y una decoración impresionante, pero todas sus hojas estaban
en blanco. Niños y mayores lo miraban con ilusión, pero al descubrir que
no guardaba historia alguna, lo abandonaban en cualquier lugar.
No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía ya años su dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y en eso gastaban sus días.
Quiso el azar que una de las veces que el cuento fue abandonado, acabara junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y días, y así hubieran seguido años, de no haber caido a su lado una elegante pluma de cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo. Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró profundamente, acompañada por el cuento y el tintero, que se sumaron a sus quejas con la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día.
Pero al contrario que sus compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación. Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podían hacer juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que se ayudaban para mejorar sus vidas.
Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la atención de sus alumnos, descubrió el cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados.
Desde entonces, cada noche, pluma, tintero y cuento se unían para escribir una nueva historia para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber sabido cambiar su suerte gracias a su esfuerzo y colaboración.
No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía ya años su dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y en eso gastaban sus días.
Quiso el azar que una de las veces que el cuento fue abandonado, acabara junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y días, y así hubieran seguido años, de no haber caido a su lado una elegante pluma de cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo. Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró profundamente, acompañada por el cuento y el tintero, que se sumaron a sus quejas con la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día.
Pero al contrario que sus compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación. Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podían hacer juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que se ayudaban para mejorar sus vidas.
Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la atención de sus alumnos, descubrió el cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados.
Desde entonces, cada noche, pluma, tintero y cuento se unían para escribir una nueva historia para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber sabido cambiar su suerte gracias a su esfuerzo y colaboración.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
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