jueves, 17 de octubre de 2013

Palabras trabadas

Palabras, el aire está lleno de palabras. Palabras coquetas que vuelan seductoras a la meta, palabras de amor que producen la sensación de paz del que se siente querido, palabras que empezaron siendo caricia, parecian de verdad y hoy son sólo un esbozo o una mentira de lo que fueron, sólo palabras, que abrían o cerraban puertas del alma, según venía el viento de levante o de poniente. Palabras que encierran deseos escondidos en frases tan anodinas, como buenos días, que esconden algo así como quiero ser el agua que sale de tu cueva, tu caverna prohibida, palabras de amistad, sinceras y frágiles que de tanto pronunciarlas sin acompañarlas con acciones no tienen nada, son como un cortado sin azúcar, despiertan, alimentan, pero no endulzan. Palabras que se traban en la mente, palabras no dichas, calladas, silenciadas, tragadas, como una píldora contra un mal estreñimiento. Palabras salvajes, violentes, agresivas que hieren tanto en la forma como en el fondo como hieren a la boca que las pronuncia. El mundo está lleno de palabras, en la tele, en las poesias, en los libros, todo surge de la palabra, el poder de la palabra. Yo quiero recorrer el mundo del silencio, aprender todo el misterio que habita en el, quiero hacer el camino del tacto, contacto, roce, goce, placer, piel, el, leve, breve, inmenso, intenso, denso, caliente, presente, pendiente, picante, mutante, silente, durmiente, sincero, humedo, agua, agua, agua, hasta ser sólo esa humedad que se clava, se destrava, breve, grave, inmensa, del mar del deseo y la sed. Y por ser piel sostenida al hueso, por se lengua oculta que hiere en lo breve y ama en lo profundo, por habitar en forma de sueño, por ser dueña del cielo y bajar al infierno. Oscura, dura, suave, salada, clavada, soy, mucho más que palabra obediente, complaciente y sonriente, soy palabra que goza, ama y retoza, en piel, tu piel, caliente, breve, exigente y ausente, y soy también breve como el instante presente.

Movimiento

Buenas tardes, llevo un tiempo sin escribir, pues aquí estoy. He estado pensando que la vida muchas veces es más hermosa si nos centramos en observar, en estar presentes en el momento en cuestión. Nos pasamos el día haciendo, y un momento de serenidad es algo valiosísimo, cuando nuestra mirada se vuelve más serena, todo cobra otro sentido, otro color. Un día te detienes en la vereda del camino, te sientas y observas como en un agujero hay un pequeño charco de agua, y dentro de ese agua, hay vida, las gotas empiezan a caer, es una lluvia fina, casi ni te moja, la sensación es tan apacible, miras las gotas que van formando circulos y mas circulos en el continuo movimiento repetitivo y constante y sientes que eres parte de esa lluvia que te empapa poco a poco, como una leve caricia, levantas los ojos y te dejas ir, pegando tus pies descalzos al suelo, sintiendo una conexión poderosa con la tierra, que también forma parte de tí, no hay temor, ni ruido, ni preocupación. Sólo hay silencio y calma, mucha calma, somos parte de esa calma, uno con la naturaleza, surge la sonria y no hay nada que hacer excepto respirar, sólo eso tiene sentido, respirar, y respirar y en cada respiración estamos más cerca de ese lugar al que pertenecemos, que se llama yo mismo, y es infinito en el ser.