lunes, 26 de agosto de 2013

El arte de comunicarse

¿Cómo nos comunicamos?

Nos pasamos el día comunicandonos, comunica nuestra expresión verbal, la corporal y hasta los silencios comunican, ahora bien ¿cómo lo hacemos? ¿sabemos escuchar realmente a la otra persona? ¿interrumpimos constantemente al otro para corregir o preguntar? ¿si nos cuentan un problema cortamos en seco y empezamos con los nuestros? Tod@s en alguna ocasión hemos acabado una conversación con alguién y hemos sentido una energía muy positiva o al reves, nos hemos sentido agotados. Es importante aprender a comunicarse y sin duda lo más importante es escuchar, y no sólo con el oido, sino con todo el cuerpo, con el alma y si es posible con el corazón. 

La herramienta más eficaz  Juan Violán Rodriguez
Pasan los años, las décadas, las modas… y se suman a la formación de las personas cientos de herramientas que buscan convertir a los profesionales en auténticas máquinas eficientes de productividad y resultados.
En los últimos tiempos asistimos a un cambio en el que pasamos de formar en recursos concretos, a ensalzar los valores emocionales, sociales y afectivos, como eje principal para que nos convirtamos en excelentes personas como paso previo a conseguir ser un BUEN PROFESIONAL.
Niños y la comunicación afectiva
Y aquí es donde entra a formar parte fundamental la comunicación afectiva. Desde tiempos remotos, hemos sabido que la dulzura, el cariño, la manera y la forma de comunicar hacen que obtengamos un mejor resultado de lo que esperamos. Cuando imprimimos afecto y estrategia a la comunicación nos damos cuenta de cómo el “espacio vital” de la persona con la que nos comunicamos se abre. Sin embargo, haciendo lo contrario, lo que encontramos son bloqueos.
Hoy por hoy, vemos cómo gran parte de la sociedad se ha enfrascado en una espiral “negativa”, en la que, en vez de fomentar los valores más emocionales y afectivos, se encierran en el pesimismo, el egoísmo, la individualidad y la desconfianza. La actitud precede al interés, y cuando alimentamos a nuestra cabeza con “adjetivos vitales” negativos, nuestra comunicación se cierra y evita que podamos exteriorizar mejores resultados y obtener mayor empatía con las personas con las que nos encontramos y de la que esperamos obtener algo.
Que vayamos o asistamos a un curso de Inteligencia emocional, no significa que sólo haya que utilizarla a conveniencia… significa que debemos integrarla en nuestra manera de comunicar, partiendo de lo más simple. La observación hoy por hoy es clave para ello. Si nos fijamos en los niños, éstos son auténticos crack de la comunicación afectiva, son capaces con muy pocas palabras y una buena sonrisa de obtener el resultado que esperan, e incluso manejan el llanto y los recursos que tienen para obtener su fin concreto. Esta capacidad del ser humano se va mermando con los años. Como dice Ángel Lafuente, conforme avanzamos en edad, nuestros mayores van dilapidando todas aquellas iniciativas y herramientas que favorecen una comunicación más efectiva a través de: “tu niño: ver, oír y callar”…; “tu niño, si los mayores hablan, no interrumpas”…; etc.
Toda comunicación hay que entrenarla, y las herramientas que vayamos descubriendo de nosotros mismos hay que ubicarlas en el día a día de manera que no parezca un recurso sino una forma de comunicar. De nada sirve asistir a una clase de “Martillos”, sino sabemos utilizarlos, aunque quede muy bien en nuestra pared que estamos diplomados en martillos.
Tenemos a nuestro alrededor innumerables ejemplos de efectiva comunicación, pero vamos “tan rápido” por la vida que no nos paramos a observar. Como dije antes, uno de los mejores métodos de aprendizaje es el de la Observación. Gran parte de la evolución de la humanidad se debe a ese recurso. Es por ello que debemos hacer un esfuerzo mayor en él. No cabe duda de que la imitación por observación de ejemplos positivos hace que consigamos grandes cosas. Cuando “copiamos” un modelo eficiente, y obtenemos un buen resultado, estamos haciendo que dicho recurso mejore. Copiar no es malo, sobretodo cuando lo hacemos para hacer sumar y multiplicar a los demás y a nosotros mismos.
No debemos olvidar que la comunicación afectiva se ciñe pura y estrictamente a que, a través de los valores humanos, podamos comunicarnos con el lenguaje más universal que hay: el cariño. Debemos ser analíticos, debemos entrenar dicha capacidad, debemos reflexionar sobre los resultados y debemos medirlos, e ir modificando y añadiendo cada vez más “recursos humanos” a nuestra comunicación para conseguir que cuando comuniquemos lo hagamos de una manera efectiva y afectiva.
Si trabajamos sobre ello, os aseguro que cambiará radicalmente vuestro concepto vital. Manejar bien la comunicación e integrarla como una parte fundamental de nosotros hará que obtengamos mejores resultados. Nuestra vida será más plena y, sobretodo, seremos capaces de saber qué queremos, lo que conllevará una serie de inputs añadidos que conformarán una PERSONA mucho más íntegra.
El paso esencial para ser un buen profesional es trabajar para ser una EXCELENTE PERSONA, y para ello debemos saber comunicarnos con nosotros mismos y con los demás.
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¿Son lass fiestas taurinas una manifestación del poder masculino?

SIMBOLOGÍA  DEL  TORO"En el toreo se afirman, físicamente, todos los valores estéticos del cuerpo humano (figura, agilidad, destreza, gracia, etc.), y, metafísicamente, todas las cualidades que pudiéramos llamar deportivas de la inteligencia (rápida concepción o abstracción sensible para relacionar). Es un doble ejercicio físico y metafísico de integración espiritual, en que se valora el significado de lo humano heroicamente o puramente: en cuerpo y alma, aparentemente inmortal.



- Primera descripción(*)


"Símbolo de fuerza, del valor viril de la lucha, de la bravura; por su actividad está relacionado con el sol; por su fecundidad, con la luna (también los cuernos del toro y de la vaca, que recuerdan a la media luna, eran símbolo lunar).
El toro era ya un animal propiciatorio de especial valor para muchos pueblos de la Antigüe- dad. Pinturas rupestres del Neolítico en el norte de África muestran imágenes de toro que llevan el sol entre los cuernos. En Egipto se adoraba a la diosa de la fecundidad, Apis, en figura de toro (ó de buey); frecuentemente, con el disco solar entre los cuernos; por con- siderársele idéntico a Osiris, era, al mismo tiempo, dios de los muertos. La muerte y el entierro del toro que se había consagrado a Apis se celebraba solemnemente y tenía como colofón la resurrección del mismo, es decir, la elección de un nuevo novillo como toro sagrado. En la cultura minoica, el toro, como símbolo de poder y de fecundidad, jugó un papel de especial importancia. La mitología iraní conoce la encarnación de la fecundidad cósmica en la figura de un prototoro que fue muerto por Mitra, y de cuyo cuerpo crecieron después todas las plantas y animales. El sacrificio del toro y el bautismo en sangre de toro en el culto de Mitra, del que estaban excluidas las mujeres, demuestra la constante utilización del toro en relación con las fuerzas de la fecundidad, de la muerte y de la resurrección. En la India, el dios Shiva estaba relacionado con un toro blanco, símbolo de las fuerzas dominadas de la fecundidad. Para diversos pueblos, el toro está igualmente relacionado, por su fecundidad, con la tormenta, con la lluvia y con el agua.
Desde el punto de vista psicoanalítico, el toro representa las fuerzas animales y de la sexualidad en el ser humano; en este sentido, las fiestas taurinas que se celebran en la actualidad representan, probablemente, el intento renovado de anticipar simbólicamente, entre otros aspectos de la fiesta, el triunfo interior entre dichas fuerzas. El toro (Tauro) es el segundo signo del Zodiaco y su elemento es la tierra".

- Segunda descripción(**)


"En lo divino per se en todas las culturas mediterráneas y del Oriente Medio. Es un símbolo cósmico, consagrado al sol y a la luna, al mar y a la tierra. Símbolo de vida, de fertilidad, de fuerza. Símbolo de virilidad, de vitalidad.
El toro está en el subconsciente colectivo como arquetipo de lo divino, de lo inmortal, de la vida. Enfrentarse a un toro es participar de lo eterno a través de la lucha en una inima conjunción de fuerzas.
Era el signo del Zodiaco que dominaba nuestro planeta, hace cinco mil años. Se convirtió en objeto de veneración. Es muy importante también en otras culturas y tiene un lugar destacado en muchas religiones:
Asiria. Es uno de los dioses creadores de la humanidad. En el poema de Gilgamés, éste abreva a un toro con un cántaro. Es la figura omnivalente de la vida. A veces es alado, a veces no, con cabeza humana o no.
Babilonia. Ann, dios supremo, caracterizado por cuatro pares de astas de toro, dispuesto en forma de tiara, que simbolizan su omnipotencia. A Enlil se le llama el toro poderoso y provocó el diluvio babilónico. Adad va de pie sobre su toro empuñando rayos. Marduk es el toro negro del abismo.
Irán. El dios Ahura Mazdah creó al primer hombre Gayomart a la vez que al primer toro Goch, padres de la humanidad.
Escandinavia. Era Thor, venerado en Upsala.
India. El supremo dios celeste Dyaus (Zeus) es un toro que brama cuando truena. Rudra, dios de las tormentas, es otro toro. El dios solar y de la lluvia entre los vedas es Agni, toro mugiente de mil cuernos.
Hititas. La tormenta es un toro que ruge cuando truena, y divinizado es Teshup. Otros toros divinos son las montañas de Hurri y Seri.
Egipto. El buey Apis, hijo de vaca fecundada por un rayo de sol. Venerado tras su muerte como Serapis. Otros toros son Mneris, el toro blanco, Bukis y Onufis, que personificaba el alma de Osiris.
Hebreos. En el buey Apis egipcio están los orígenes del Becerro de Oro que adoran los hebreos a pesar de Moisés.
Grecia. Zeus adopta la forma de toro para raptar a Europa, hija del rey de Tiro, Agenor, y se la lleva a Creta. Con ella engendra a Minos, Radamantis y Sarpedón. Héreules captura al toro de Creta y lo libera en la llanura de Maratón, donde causa estragos. El toro mata a Androgeo, hijo de Minos. Su padre, adolorido, exige que los atenienses le entreguen catorce jóvenes en represalia para ofrecérselos al Minotauro. Teseo mata primero al toro de Maratón y después al Minotauro. Un rebaño de bueyes del dios solar Helios pastaba en los prados de la isla Tinacria, cuando desembarcan en ella Ulises y sus compañeros. Éstos capturaron algunas reses y, desobedeciendo las órdenes del héroe, las sacrifican. Esta acción les costó la vida a algunos.
Roma. Cultos de Mitra procedentes de Irán".



- Tercera descripción


"Relacionado con el segundo signo zodiacal, de Tauro. Es un símbolo muy complejo, tanto en el aspecto histórico como en el psicológico. La tradición esotérica lo considera animal emblemático (totémico) de los boreanos contra el dragón de los negros, asimilando al dios Thor, hijo del cielo y de la selva. En principio, esto significa la superioridad analógica del mamífero sobre el reptil, cual la del ario sobre el negro. La disyuntura mayor es la que aparece entre las concepciones del toro como símbolo de la tierra, de la madre y del principio húmedo y las que consideran al toro un símbolo del cielo y del padre. El ritual de Mitra parece ser que se fundaba en la primera de dichas posiciones. El sacrificio del toro, expresaba la penetración del principio femenino por el masculino y del húmedo por el ígneo de los rayos solares, origen y causa de la fecundidad. Krappe expone estas contradicciones. Señala al toro como principal animal doméstico de los pueblos del Próximo Oriente y, en implícita derivación, habla del gran número de toros solares y lunares, es decir, afectos a los principios contrarios precitados. Sin, dios lunar de los mesopotámicos, tenía con frecuencia forma de toro. El toro Apis egipcio se cree representación de Osiris, dios lunar. En cambio, El Surya védico es un toro solar. Según los asirios, el toro es hijo del Sol. Krappe explica por sucesión de cultos las diferencias, no como interna contradicción. El toro lunar se transforma en solar cuando éste vence al más antiguo culto lunar. Pero también puede suceder que el toro siga como símbolo de la Luna, con la que se identifica morfológicamente por los cuernos y el creciente, y pase a un rango secundario bajo el león simbólico del Sol. Así lo considera también Eliade, para quien el toro no expresa ninguno de los astros, sino el cielo fecundador. Dice también que el toro y el rayo fueron desde el 2400 antes de Jesucristo símbolos concertados de las divinidades atmosféricas, asimilándose el mugido del toro al ruido del trueno. En todas las culturas paleorientales, la idea de poder era expresada por el toro. En acadio, "romper el cuerno" significa "quebrantar el poder". Según Frobenius, el toro negro es asimilado al cielo inferior, es decir, a la muerte. Incluso en los países lejanos adonde llegó el influjo de la India, que participa de dicha creencia, como Java y Bali, se acostumbró poner los cuerpos de los príncipes en ataúdes en forma de toro para quemarlos. Alguna pintura egipcia representa al toro negro llevando encima el cadáver de Osiris. Esto coincide con una afirmación de Schneider, para quien, en cuanto el toro ocupa la zona de comunicación entre los elementos del agua y el fuego, parece simbolizar el paso entre el cielo y la tierra, correspondiendo este significado al toro de las tumbas reales de Ur con cabeza de oro (fuego) y barba de lapislázuli (agua). El buey simboliza el sacrificio, la abnegación y la castidad, apareciendo en relación con los cultos agrícolas es decir, en posición contraria al poder fecundador del toro. Si confirmamos la asimilación de éste a lo uránico, si se resuelve la contradicción y puede adcribirse el toro al principio activo y masculino, pero en su aspecto superado, es decir, maternalizado, vencido por el hijo (Sol, león)".