jueves, 20 de marzo de 2014

No has nacido para ser perfecto, sino para ser féliz

 

 

La Autoexigencia


El ser humano necesita mantener el autocontrol, conocerse bien y ser dueño de sí mismo, porque de lo contrario, termina siendo su propio esclavo.

La autoexigencia significa excederse de los límites del dominio de sí mismo y convertirse también en un esclavo, pero de las obligaciones.

La persona autoexigente agrega a su dominio de sí mismo un componente sadomasoquista, porque se vuelve déspota, autoritario y le exige a los demás de la misma forma.

No puede reconocer sus propios límites y sin darse cuenta vive esforzándose cada vez más para mejorar su rendimiento, con la secreta intención de demostrar que vale, porque su afán de destacarse esconde una baja autoestima.

Esta conducta no se reduce al estudio o al trabajo, sino que es su actitud habitual en todas las actividades de su vida diaria, incluso en sus afectos.

El autoexigente se esfuerza para ser mejor que los demás; y para lograrlo está dispuesto a hacer cualquier sacrificio renunciando a sus propios íntimos deseos.

Esta actitud exige un gran gasto de energía porque demanda un estricto control emocional en contra de las verdaderas necesidades básicas, en defensa de una imagen de perfección; ya que la autoexigencia y el perfeccionismo van de la mano.

Estas personas son como máquinas que siempre están en funcionamiento y que nunca se apagan del todo porque viven luchando contra el tiempo.

El autoexigente no puede disfrutar del ocio ni tampoco de su trabajo, porque se impone metas demasiado ambiciosas que le cuesta mucho cumplir, pero que lo hacen sentir peor si no logra realizarlas.

Su vida es una catarata de obligaciones pero vacía de satisfacciones; la comunicación con los demás es pobre ya que prioriza ante todo sus negocios, y su biografía se puede resumir leyendo su agenda, escasa de sentimientos, aburrida y tediosa pero con óptimos resultados financieros.

Su preocupación por el orden y el control hace que su casa parezca un museo donde todo está en exhibición en estricto lugar y en perfecta armonía con todo lo demás, dando la impresión que es un sitio donde nadie vive.

El autoexigente les exige a los demás tanto como a él mismo; su matrimonio puede fracasar, porque difícilmente encuentre a alguien dispuesto a aguantar el mismo ritmo; y sus hijos pueden rebelarse contra su disciplina militar y tomarse la libertad que él se niega, como tener adicciones, no estudiar ni trabajar.

Tiene muy poca tolerancia a la frustración y escasa resistencia a la crítica y puede desmoronarse fácilmente cuando no puede estar a la altura de sus expectativas y las cosas escapan de su control.

Sufre de patologías crónicas y muy precisas, puede tener fobias y ataques de pánico, problemas digestivos, constipación, dolores en las articulaciones y problemas coronarios.

Cuando decide salir de vacaciones se lleva su computadora y algunas carpetas, por las dudas, y contrata todos los servicios por adelantado sin dejar nada librado al azar, porque son personas que no toleran lo imprevisto y que necesitan sentirse seguros y contenidos.

El autoexigente vive alienado en sus ocupaciones y no puede tomarse la libertad de descansar, por eso convierte a sus vacaciones en otro trabajo.

Cuando se jubilan pueden perder el sentido de la vida, caer en una depresión y declinar físicamente en poco tiempo; o bien cambiar radicalmente y abandonarse.

 

 

 

La Pareja Perfecta

Sentados en la plaza del pueblo, dos viejos amigos conversan mientras observan a varias parejas sentadas en el césped.

- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte? – preguntó el primero

- Lo pensé, pero nunca llegué a casarme – respondió el segundo -. Cuando era joven me decidí a buscar a la mujer perfecta.

Tras esgrimir una leve mueca, el hombre continuó diciendo:

- Cuanto fui a las costas encontré a la mujer más bella que jamás había visto, pero no conocía de las cosas materiales de la vida ni era muy espiritual. Cuando fui a lo más alto de la montaña, conocí a una mujer muy bonita y con un intenso interés por espiritual, pero no se le daba importancia a las cosas materiales o lo que ocurría en el mundo. Seguí andando y llegué a una ciudad, donde tropecé con una mujer muy linda y rica, pero no se preocupaba del aspecto espiritual. Al llegar a las praderas hallé a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Seguí buscando y en uno de mis viajes tuve la oportunidad de cenar en la casa de una joven bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material. Era la mujer perfecta.

Se produjo un breve silencio que permitió escuchar el suspiro de aquel hombre.

- ¿Y por que no te casaste con ella? – Le preguntó el amigo

- ¡Ah, querido amigo mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.

Cuando busques a una persona con quién compartir tu vida, no busques una pareja perfecta. Si ya estás compartiendo tu vida con alguien, no busques que sea una pareja perfecta. Busca a una persona de carne y hueso, con sus sentimientos y su forma de ser particular, con sus cualidades y sus limitaciones, que sienta el mismo amor, compromiso y entrega que tú estás dispuesto a dar, aunque no sea perfecta.

En lugar de esperar a que tu pareja sea la persona ideal, pregúntate primero si tú eres la persona ideal para ella. Esto tal vez te ayude a comprender que el amor no es cuestión de perfección, sino de un diario, amoroso y sincero compartir…

Las críticas aprender a ser fiel a ti mismo

Muchas veces nos esforzamos por ser aceptados, cosa muy importante en nuestra especie pues a fin de cuentas somos seres sociales, no islas, pertenecer a un grupo nos da seguridad, ahora bien, a medida que maduramos vamos descubriendo que la seguridad es falsa, pues la vida, en esencia es cambio, y que muchas veces por no perder una amistad, dejamos de sernos fieles a nosotros mismos, con lo cual somos falsos. Las palabras tienen poder, sobretodo cuando somos niños y más vulnerables, es vital el refuerzo positivo del niño, esto no quiere decir "no criticar" su conducta y dejar que el niño haga lo que quiera, no, sino corregir con amor y en positivo, criticando el hecho siempre, no la persona, e intentando que el niño aprenda a mejorar, pero no que se obsesione con ser el mejor o con ser perfecto, no ensalzar la autoexigencia, sino la mejora diaria con el disfrute del camino de aprendizaje que a fin de cuentas la vida es eso, un camino. Este cuento habla sobre las críticas y es que un día somos santos para unos y al siguiente demonios para otros, con lo cual, lo más importante es no estar a merced de los demás, sino ser fiel, a uno mismo, flexible que no rigido, obviamente, que de la rigidez no viene más que dolor y enfermedad, pero siempre saber que si tomo una decisión la tomo por mi voluntad, no para agradar a otro. Disfrutarlo!

Pregúntale a los muertos
En un amplio patio de la casa más elevada del poblado, descansaba un hombre anciano cuyo rostro se decía que inspiraba una extraña mezcla entre misericordia y firmeza. Era conocido por el nombre de Khalil, y de todos era sabido que de sus palabras parecía brotar un manantial de sabiduría.

Un día de sol, en el que el anciano se hallaba meditando bajo la sombra de una vieja higuera, se presentó ante el umbral de su jardín un joven que dijo:

- "Amigo sabio, ¿puedo pasar?"

- "La puerta está abierta" - respondió Khalil.

El joven, cruzando el umbral y acercándose al anciano, le dijo:

- "Me llamo Maguín y soy artista. Mi trabajo es sincero y pleno de sentimiento, sin embargo tengo un gran problema: me atormentan las críticas que se hacen de mi vida, mi obra y mi persona. Vivo obsesionado por las descalificaciones de los críticos de arte, y por más que trato de que no me afecten, me acaban esclavizando... Sé que eres un hombre sabio y que tu fama de sanador alcanza los horizontes más remotos. Dicen también que tus remedios son extraños, y, sin embargo, no me falta confianza para acudir a ti, a fin de conseguir la paz que tanto necesito en la defensa de mi imagen."

Khalil, mirando al joven con cierta displicencia, le dijo:

- "Si quieres realmente curarte, vé al cementerio de la ciudad y procede a injuriar, insultar y calumniar a los muertos allí enterrados. Cuando lo hayas realizado, vuelve y relátame lo que allí te haya sucedido."

Ante esta respuesta, Maguín se sintió claramente esperanzado en la medicina del anciano. Y aunque se hallaba un tanto desconcertado por no entender el porqué de tal remedio, se despidió y salió raudo de aquella casa.

Al día siguiente, se presentó de nuevo ante Khalil.

- "Y bien, ¿fuiste al cementerio?" - le pregunto éste.

- "Sí" - contestó Maguín, en un tono algo decepcionado.

- "Y bien, ¿qué te contestaron los muertos?"

- "Pues en realidad no me contestaron nada, estuve tres horas profiriendo toda clase de críticas e insultos, y en realidad, ni se inmutaron"

El anciano sin variar el tono de su voz le dijo a continuación:

- "Escúchame atentamente. Vas a volver nuevamente al cementerio, pero en esta ocasión vas a dirigirte a los muertos profiriendo todos los elogios, adulaciones y halagos que seas capaz de sentir e imaginar"

La firmeza del sabio eliminó las dudas de la mente del joven artista por lo que despidiéndose, se retiró de inmediato.

Al día siguiente Maguín volvió a presentarse en la casa de anciano...

- "¿Y bien?"

- "Nada" - contestó Maguín en un tono muy abatido y desesperanzado.

- "Durante tres horas ininterrumpidas, he articulado los elogios y elegías más hermosos acerca de sus vidas, y destacado cualidades generosas y benéficas que difícilmente pudieron oír en sus días sobre al tierra, y... ¿qué ha pasado? Nada, no pasó nada. No se inmutaron, ni respondieron. Todo continuó igual a pesar de mi entrega y esfuerzo. Así que... ¿eso es todo?", preguntó el joven con cierto escepticismo.

- "Sí" - contestó el viejo Khalil.

- "Eso es todo... porque así debes ser tú, Magín: indiferente como un muerto a los insultos y halagos del mundo... porque el que hoy te halaga, mañana te puede insultar, y quien hoy te insulta, mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos. Permanece en tí mismo, más allá de los claros y los oscuros del mundo"